miércoles, 1 de octubre de 2014

Y cuando ebria de nostalgia te he llamado en otros sitios, no he sabido donde está la puerta, te he besado con locura en ese sillón y ya serenos, en plena calma, fuimos a la ventana, mientras la lluvia mojaba la ciudad sin prisa, tú pensabas (y yo también) en esas cosas tan inscritas en tu rostro, tan callado en tus palabras y tan cortas en mi.